Es decir, mientras más produce y mayor es su actividad, el trabajador tendrá menos, su vida ya no le pertenecerá a él, sino al objeto, el objeto cobra vida propia y se opone al trabajador de forma autónoma. Es decir, los seres humanos son capaces de objetivar sus intenciones, a través de una idea de sí mismos, como «sujeto», y una idea de lo que producen, «el objeto».