A pesar de que se solicitó un tiempo de espera para la constatación de la ausencia de estos avales, la Federación desde el primer momento entregó las plazas al Real Valladolid y al Albacete Balompié, quienes tenían que descender ese año. También llegaron a participar varios partidos políticos de la oposición, quienes maniobraron para tomar el control del movimiento. En aquella final de la liguilla, quienes anotaron para los azules fueron Sandrino Castec al minuto 15 y Arturo Salah a los 87′. Cabe mencionar que, previamente al gol de Salah, cuando el partido terminaba, el arquero de la «U» Hugo Carballo le atajó un penal al mediocampista colocolino Carlos Rivas. En tanto que, el centro de encuestas del diario La Tercera, en un sondeo realizado en junio de 2006, lo ubicó segundo con un 28 % de las preferencias, mientras que, el mismo estudio realizado en 2008, le otogó un 19 % de las adherencias. Las protestas se extendieron al interior del país, Chiquimula, Jutiapa, Retalhuleu, San Marcos, Huehuetenango y principalmente a Quetzaltenango, el segundo centro de protesta estudiantil. Fueron las primeras jornadas de lucha masiva, desde el golpe contrarrevolucionario de 1954. Los estudiantes, utilizando únicamente palos, piedras y algunas bombas Molotov, detuvieron los avances de las fuerzas públicas.
En las jornadas de 1962, la organización de estudiantes de secundaria FUEGO, era líder de los principales grupos de protesta. En la jurisdicción del distrito se encuentran también las sedes centrales del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) y la Cámara de Comercio de Lima (CCL); así como una de las sedes de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) y la Superintendencia Nacional de Registros Públicos (Sunarp). En la primavera de 1962, ya en plena actividad la lucha armada guerrillera, se acordó un diálogo directo con los líderes militares que comandaban la guerrilla; los comandantes del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13), Luis Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa, y los miembros de la URD, Manuel Colom Argueta, Adolfo Mijangos López, y Américo Cifuentes Rivas se reunieron con el objetivo de conocer, debatir y decidir la propuesta de los comandantes guerrilleros de que la organización política URD, encabezada por sus dirigentes se incorporara a la lucha armada. La respuesta de los dirigentes civiles y profesionales universitarios fue de que no se consideraba viable el camino de la revolución armada para resolver los problemas nacionales, que los componentes de la URD se encaminarían por las vías institucionales, jurídicas y cívicas para asumir el poder sin derramamiento de sangre de ningún guatemalteco.
Lo más destacado de este hecho fue que hizo estallar la preinsurrección en la Ciudad de Guatemala, y como consecuencia de la represión, los estudiantes abandonaron la protesta social y la movilización de las masas como vía para cambiar el sistema corrupto y antidemocrático y en adelante, se unirían a la lucha armada guerrillera, principalmente los estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ydigoras Fuentes ordenó reprimir las protestas; se declaró estado de sitio, se impuso toque de queda y se inició la persecución y matanza. Al día siguiente, la madrugada del 30 de marzo de 1963 Miguel Ydígoras Fuentes fue derrocado por su Ministro de Defensa, el Coronel Enrique Peralta Azurdia, quien inmediatamente declaró estado de sitio y, pensando en que el triunfo electoral de Juan José Arévalo era seguro e inevitable, anuló las elecciones de 1963 acusando a Ydigoras de estar a punto de entregar el poder en las manos del enemigo. Con el crecimiento de las protestas, la AEU no solo planteó la anulación de las elecciones del Legislativo; emulando los eventos de junio de 1944, también pidió la renuncia de Miguel Ydígoras Fuentes por su corrupción y despotismo, la disolución del Congreso, la derogación de la Constitución de 1956 y la reimplantación de la de 1945, así como la instalación de una reforma agraria, entre otras demandas.
La UFCO se negó a aceptar y no cedió; los trabajadores entonces e fueron a la huelga, a la cual se solidarizaron todos los trabajadores de las fincas de la «frutera». Los estudiantes organizados contaron con el apoyo de grupos de obreros, sindicalistas, campesinos, pequeños empresarios, mujeres y trabajadores del arte, inconformes con Ydígoras. La rebelión popular fue sofocada y al final de la revuelta el saldo era de decenas de muertos y heridos, centenares de capturados y muchos otros expulsados del país. Con el golpe de Estado de 1963, el Ejército de Guatemala, como institución, asumió el control absoluto del Estado, implantando así una dictadura militar, y se comprometió a aplastar de una vez por todas a la insurgencia, especialmente a la guerrilla que estaba atacando en el oriente del país. Estando el gobierno de Ydígoras en la cuerda floja, este para calmar los ánimos, autorizó que el expresidente, el socialista Juan José Arévalo, líder alrededor de quien se unificaba toda la izquierda, regresara al país y fuera candidato para las elecciones de 1963, y así pudiera ser electo presidente para el periodo 1964-1970. La cúpula del Ejército de Guatemala y las clases altas más conservadoras de la sociedad se opusieron rotundamente, temiendo la posibilidad de que se repitiera la experiencia de 1944-1954. A finales de marzo, los rumores de que Arévalo ingresaría al país arreciaron.
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